Ah, la taza. Instrumento supremo de identidad posmoderna. Heraldo del linaje millenial. Oráculo incognoscible que nos dota de sabiduría con palabras vagas dignas de cualquier maestro zen pluriempleado como dependiente de tienda de alimentación del extrarradio que merezca la pena considerarse tal.
Sin una buena taza, ¿Cómo beberíamos, respiraríamos, sentiríamos, amaríamos?
En estos tiempos en que la taza ha superado ampliamente sus expectativas como instrumento bebestible para convertirse en una unidad de pensamiento casi equiparable al twit, el otro gran instrumento de la filosofía occidental contemporánea, nos disponemos a recomendar las mejores tazas para opositores y opositados de variado pelaje.
Una taza para Opositoras MIR
La taza-advertencia es mi forma favorita de agresividad pasiva. Amedrenta a tus alumnos con olor a café e indirectas serigrafiadas, tal y como Dios lo quiso y como viene recogido en el primer reglamento interno de claustro, el Codex Profesorandum, editado en la Abadía de Mwynglawdd en Gales en el año 911.
El sombrero seleccionador quizá esté un poco viejo y, en cualquier caso, su opinión siempre merece ser verificada por alguien que no sea un trozo de textil con más años que Joe Biden, el papa Benedicto, el príncipe de Edimburgo y la reina Isabel juntos. Por lo demás, es una taza así graciosa. Para ti, que eres friki.