Desde nuestra academia de oposiciones Preparadores.eu te traemos un curioso y entretenido artículo de J.M. Granado, donde plasma su realidad sobre el escenario real y la percepción irreal de la sociedad y nos cuenta que ni todo es negro ni todo es blanco…y que hemos de tener cuidado con lo que él llama, la droga de la sobreinformación.
La realidad inventada
Con frecuencia lo que nos parece mas obvio es lo que mas desconocemos. Es algo inherente a la condición humana, tal vez por nuestra soberbia, o tal vez por nuestra incapacidad de aprehender realmente el mundo que nos rodea. De esta forma vivimos en el engaño; que casi siempre nos resulta más sugerente que la verdad misma. Deberíamos preguntarnos sobre las causas que motivan esta circunstancia; y una primera respuesta la encontraríamos en la manera en que percibimos la realidad, y en como analizamos esa percepción para generar respuestas válidas ante nuestro devenir cotidiano.
La creación artística es un buen ejemplo para ilustrar esta cuestión. Nos produce más placer observar un campo de trigales pintado por Van Gogh que los trigales mismos. La representación de esa realidad adquiere a nuestros ojos una fascinación que no encontramos en la contemplación natural de esos mismos campos de trigo. Queremos atrapar la subjetividad del pintor, hacernos participes de su genialidad, compartir su mirada transformadora. Esta en nuestra naturaleza preferir el continente al contenido, la fábula a la verdad, lo inventado a lo natural; y es por ello que con frecuencia construimos un mundo a la medida de nuestros intereses, nos dejamos seducir por grandes falacias bellamente adornadas, que tantas veces nos han llevado a la catástrofe y a la destrucción.
Cuando aparecen los modernos medios de comunicación se produce una evolución exponencial que la tecnología hace posible. Los medios, especialmente los que utilizan el soporte audiovisual, se constituyen en extensiones de los sentidos, permiten ver y oír lo que sucede a miles de kilómetros, nos involucran en una aldea global; y así, el hombre actual necesita canalizar sus relaciones con el entorno a través de estas extensiones que representan los medios, porque de otro modo no podría abarcar la complejidad del mundo moderno. Ideas tales como la universalidad o la instantaneidad, consustanciales hoy al hombre no podría mantenerse sin los medios. No podríamos sentirnos participes de los conflictos en oriente próximo, pongo por caso, si no tuviésemos imágenes y sonidos de ellos a través de la televisión o de las redes. Sentirnos ajenos a esta aldea global crea una incómoda sensación de disgregación que, sin embargo no parecemos sentir en la masificación de las grandes ciudades en las que vivimos.
Nos hallamos ante una realidad híbrida, vemos los objetos, percibimos la realidad física, pero acrecentada por la adición de elementos que no están presentes en ella, que la complementan y la expanden hasta alcanzar dimensiones nuevas. Lógicamente, todos los parámetros de los que estamos hablando se agigantan; los estados perceptivos se alteran, el volumen de información se acrecienta por la adicción de los elementos informáticos; y en última instancia nuestra forma de relación con el entorno que nos rodea cambia sustancialmente.
Si en nuestros hábitos cotidianos incorporamos esta nueva realidad, si la hacemos común en nuestro aprendizaje, si la incluimos en nuestros modelos de relación; a largo plazo introduciremos un nuevo modelo en la estructura de procesamiento de la información y en el pensamiento en su conjunto. Las posibles virtudes de esta tecnología en campos como la educación, el entretenimiento, la industria, y tantos otros, habrá de ser sopesada con los probables problemas que podría generar a largo plazo. El hombre alfabético quedará muy lejos, e incluso el hombre audiovisual, mediático, quedará superado. El proceso de representación de la realidad mediante códigos abstractos como el lenguaje escrito se verá reemplazado por otro inmediato e intuitivo.